Que tiempos eran aquellos
que mi vista tenía
y andaba por la oscuridad
como si fuese en pleno día.
Quien a mi me conoció
en mi juventud ofrenda
que andaba por la oscurdad
si 6 no por senda.
Pero ahora…
con amarguras y tristeza
se acabaron mis remos,
mis vienes, mi fortaleza.
¡Oh! que triste y desgraciado
los cuatro días de vida
que Dios me ha deparado.
Pero, con amarguras y tristeza
arrastro mi cuerpo
por montañas muy fragosas
para ir en busca de eminencias
de chiquillas y niñas hermosas.
Pero… que desgracia más grande
no ver con mis ojos
ese dulce caramelo
tán rico, tán bueno tán sabroso.
Para qué sirve mi vida
para que quiero vivir
soy alma perdida
y para nada puedo servir.
Y señores,
con esta pena muero
sin ver los rayos del sol
y siempre tirado en el suelo.
que mi vista tenía
y andaba por la oscuridad
como si fuese en pleno día.
Quien a mi me conoció
en mi juventud ofrenda
que andaba por la oscurdad
si 6 no por senda.
Pero ahora…
con amarguras y tristeza
se acabaron mis remos,
mis vienes, mi fortaleza.
¡Oh! que triste y desgraciado
los cuatro días de vida
que Dios me ha deparado.
Pero, con amarguras y tristeza
arrastro mi cuerpo
por montañas muy fragosas
para ir en busca de eminencias
de chiquillas y niñas hermosas.
Pero… que desgracia más grande
no ver con mis ojos
ese dulce caramelo
tán rico, tán bueno tán sabroso.
Para qué sirve mi vida
para que quiero vivir
soy alma perdida
y para nada puedo servir.
Y señores,
con esta pena muero
sin ver los rayos del sol
y siempre tirado en el suelo.
Escrito por Paco Córdoba Felices, 1959
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